¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada cubata resplandeciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado cebolla
en mis kebabs, ni consuelo a la pérdida abismal
de aquel a quien los ángeles Alí podrán llamar
y aquí nadie nombrará.
La barra miré de lleno, de sudor y grasa pleno,
y preparé salsa picante que nadie osó comer jamás;
pero en este kebab atroz, superior a todo arroz,
sólo se oyó la palabra "Apu", que yo me atreví a susurrar...
sí, susurré la palabra "Apu" y un eco volvióla a nombrar.
Sólo eso y nada más.